Vesubio: así destruyó Pompeya el volcán más mortífero de la historia
Viendo las espectaculares imágenes que nos llegan desde La Palma, es imposible no pensar en otros desastres naturales que han trascendido a lo largo de la historia. La tragedia de Pompeya, causada por la erupción del volcán Vesubio es, sin lugar a dudas, una de las más conocidas de la antigüedad.
Antes de aquel día del 24 de octubre del 79 d.C. , Pompeya ya había tenido un terrible aviso años antes. En el 62 d.C, la tierra tembló tanto que la ciudad se vino abajo. Milagrosamente no fueron muchos los que murieron y la reconstrucción de la ciudad pudo llevarse a cabo.
18 años más tarde, el volcán Vesubio no dio tregua a los habitantes de Pompeya que fueron sorprendidos por una manta de ceniza, lava y polvo que los enterró aquella noche de verano.
Sepultados en ceniza
Los primeros estudios que se hicieron sobre la desaparición de Pompeya situaron la catástrofe en verano, el 24 de agosto. Restos arqueológicos encontrados en excavaciones, hicieron que los investigadores se plantearan la fecha y la situaron algunos meses después, el 24 de octubre.
Aquel día, el volcán Vesubio sorprendió a los habitantes de Pompeya, Herculano y Estabia, que acabaron siendo sepultadas por la ceniza volcánica. A día de hoy, a pesar de las investigaciones, es muy complicado cuantificar cuántas personas murieron durante la llegada de la lava y las cenizas.
Sólo se han encontrado los cuerpos petrificados de 1.500 personas, de las más de 20.000 que convivían en las tres ciudades. Aún así, cada cierto tiempo siguen apareciendo cuerpos en Pompeya.
Así se ‘comió’ el volcán a Pompeya
Según las investigaciones una enorme columna de humo comenzó a ascender por el Vesubio. Muchos habitantes pudieron creer que era un escape de humo más, por lo que, seguramente, no lo tomaron en importancia.
En Pompeya una fina lluvia de cenizas invadió las calles, y dejaron paso a las piedras volcánicas. La ciudad poco a poco se vio envuelta en una nube de vapores de azufre y varios gases que fueron perforando las casas de la ciudad.
Cuando los ciudadanos de Pompeya quisieron escapar, ya era demasiado tarde. Las casas eran pasto de la lava y las cenizas y la ciudad estaba invadida por la virulencia de la erupción. En una distancia de 18 kilómetros todos quedó desolado y se calcula que durante la erupción pudieron morir unas 5.000 personas.
En Herculano ocurrió algo parecido, muy pocos pudieron huir ya que un fango, mezcla de cenizas y lava en forma de lluvia, se hizo con las calles, los tejados y sepultó poco a poco la ciudad italiana.
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